viernes, 29 de enero de 2016

21:45 de la noche, tráfico desesperante, siento un hormigueo en la mano derecha, he sostenido el volante con tanta fuerza, durante tanto tiempo, llevo tal vez 2 horas, creo que con esta lentitud estaré llegando a mi casa en una hora más. Tuve un largo día de trabajo, precedido de una cansada rutina matutina de ejercicio que inició a las 7:10 de la mañana, lo cual significa que llegué tarde a mi clase de body combat, desperté 15 minutos después de las 5:00 am., estoy cansada, quiero que se muevan! qué  avancen! Necesito llegar a mi casa, cenar, alistarme para dormir, dormir.

Debería estar dormida a las 11:00 de la noche, si planeo dormir 6 horas, aunque lo sé son muy pocas horas, alguien que quiere un cuerpo increíble debería dormir al menos 8 horas, mejor si son 9, para que nuestro cuerpo se transforme y se llene de músculos.

11:19 de la noche, mi cabeza toca la almohada y me dispongo a dormir, respiro profundo, intento relajarme, dormir es mi objetivo, pero antes empiezo a pensar en que olvide llamarle a mi sobrino, hoy era su cumpleaños y no lo recordé, además olvide posponer mi cita con el bariatra, al que no podré visitar el sábado que tengo entrenamiento de 20 kilómetros y necesito terminar a las 10:00 am., para estar lista al medio día para la celebración de mi sobrino al que por cierto no felicité.

05:18 Ring♪-ring♪-ringabro los ojos y noto que estoy 18 minutos tarde, debe ser la tercera vez que suena la alarma, así que me alisto rápidamente, me pongo una abrigadora chamarra y pasó por la cocina para sustraer las raciones diarias que deberé de consumir de acuerdo a un plan diario de alimentación proporcionado por mi bariatra, preparo café y lo pongo en mi tumblr, guardo aproximadamente 15 pastillas que deberé tomar a lo largo del día para mantener mi cuerpo saludable, con energía para el entrenamiento.

13:56 me apresuro a comer mi ración de carbohidratos con proteína, es decir una tasa de arroz cocido a medio vapor y salmón con verduras al vapor. Me siento tensa, mientras como rápidamente tecleó una lista de pendientes de la oficina, tengo en mente una escena del día de ayer que me puso feliz, cuando fui a tomar un baño al vestidor del gym, después de mi rutina, ocupé mi lugar favorito para mudarme de ropa, ahí se me acercó una mujer joven y me dijo  -tienes un cuerpo muy bonito- Gracias le contesté. Ya quiero llegar al gym y contarle el episodio a mi coach.

15:45 llevo un rato corriendo como hámster en la máquina, marca 35 minutos en nivel 11 de velocidad, lo que quiere decir que voy a 11 km por hora, sólo necesito 10 minutos más para completar mi carrera del día, en estos momentos, controlo mi respiración, cuido mis pisadas, estoy sudando mucho, me concentro en mi música, aunque no puedo recordar que canción acaba de terminar, en realidad me estoy concentrando en terminar, siento que tengo que parar, pero no lo hago, sigo, me repito voy a terminar, 36 minutos ya sólo faltan 9.

22:30 He terminado de alistarme para dormir, tomo uno de los 2 libros que tengo en mi cabecera, "las recetas de @ sascha fitness", página 20, termino de leerlo pero me doy cuenta que no entendí nada, sólo puedo pensar en mi entrenamiento de mañana, cómo voy a hacer para correr 20km en menos 1.50 horas, qué calzado usaré, cómo voy a calentar, qué haré después, seguro 30 minutos de abdominales, ahora sí haré una serie de las más difíciles, me tocó el abdomen y me siento poderosa, ¡soy tan fuerte!.

02:00 Ring♪-ring♪-ringdespieto, mi teléfono está sonando no lo puedo creer, se terminó la noche, es hora de levantarme, vestirme, calzarme, desayunar, correr, darlo todo, levanto el teléfono y notó que es una llamada, un número que apenas puedo leer porque no me es posible abrir los ojos. Es él! escucho su voz, un poco arrastrada, - cómo estas princesa?- estas borracho! afirmo. No claro que no - me contesta- en ese momento me molesto pienso que ha interrumpido mi sueño y no dormiré lo que necesitaba, ha arruinado mi entrenamiento de mañana. Cuelgo.

2:20  Me despierta la vibración del teléfono, debí apagarlo, pero es él otra vez, yo atiendo enojada -Qué quieres, necesito dormir, tengo que entrenar, déjame en paz! siempre lo mismo contigo- Enseguida contesta –Cálmate, siempre con lo del entrenamiento, "estas obsesionada con el ejercicio". En silencio pienso que, de valer la pena le contestaría, cuántas veces he escuchado lo mismo, en realidad gente como él nunca se molesta en conocerme, si me conocieran, sabrían que mi verdadera obsesión radica en huir de mis pensamientos, no quiero pensar, no quiero recordar, no quiero escucharme, no quiero reconocer que muchas cosas me duelen. 

Sabes qué? No me importa lo que opinas de mí. Cuelgo el teléfono y tomo una decisión, dormiré hasta que ya no tenga sueño, apagaré el teléfono y mi alarma, lo que pasé mañana será una sorpresa. 

jueves, 5 de noviembre de 2015

El último día que escuche croar un sapo en Chimalhuacán

El maestro Gregorio nos explicó en la clase de biología que los sapos son anfibios, que respiran a través de las branquias cuando son larvas y luego experimentan una metamorfosis para finalmente desarrollar una respiración pulmonar como la de los humanos. Al estar en la superficie terrestre, los sapos se desplazan a través de saltos, pero pueden nadar muy bien, al parecer los sapos son muy importantes para el medio ambiente, pues se alimentan de insectos y otros organismos invertebrados que de reproducirse pueden provocar enfermedades, o simplemente un desequilibrio ecológico.


La característica que a mí me hace temblar, es que tienen la capacidad de inflar su cuerpo cuando se encuentran en peligro, haciéndose más grandes, además de que algunos son tóxicos pues pueden segregar sustancias a través de la piel para defenderse de sus depredadores. En casi todos los países del mundo existen sapos y ranas. Sin embargo, su croar varía mucho. La gama de sonidos de estos anfibios es impresionante. -Algunos los aman, y otros los odian – dijo el maestro, yo en seguida pensé - yo soy de las que los odia porque hacen tanto ruido-  por eso me sorprendí al saber que hay investigadores que se especializan en el croar de las ranas, esa rama científica se denomina, bioacústica. ¿Por qué tanto interés en sapos?


A mí no me gusta encontrarme con sapos son muy feos y brincan como si enloquecieran, no parece que tengan la intención de atacar, pero su piel es fea y pienso que si me toca puedo intoxicarme y morir, pero a decir verdad, los extraño un poco, y me parece que tengo una sensación de añoranza por su croar, así que intenté hacer memoria, ¿qué día vi un sapo por última vez? ¿Cuando fue el último día que los escuche? Mi papá siempre dice que cuando quieres recordar algo, debes escribir todos los detalles que recuerdes, así piensas más, ejercitas la mente y en algún momento recuerdas eso que necesitas, por otro lado yo tengo una memoria privilegiada, dicen todos, fotográfica afirman algunos, así que tengo que saber, qué día escuche por última vez un sapo.


La última vez que recuerdo haber visto a uno fue hace más de un año en la casa de la Tía Saga. Con Olimpia y Emma frecuentemente visitaba la casa de la Tía Saga desde 1986, recuerdo que esperábamos hasta que era su hora de lectura para escaparnos por la puerta blanca trasera, esa daba a la casa de Don Tadeo, un señor alto, blanco y callado. Nunca lo vi reír ni darse prisa para nada, tenía los ojos verdes y nunca miraban de frente, siempre tenía un pañuelito atado al cuello y un cigarro en la boca, yo siempre pensaba en mi abuelita cuando lo veía, pues igual que ella tenía los ojos verdes y el mismo aroma a cigarro, pero él era más joven que mi abuelita, yo siempre pensaba que Don Tadeo no tenía edad, que ni era joven ni viejo.


Lo conocimos el miércoles 03 de diciembre de 1986, recuerdo muy bien el día porque ese día fui mi papá a la inauguración de la casa de la cultura, mi papá era el secretario de educación y cultura del Municipio, y a mí me gustaba mucho acompañarlo a sus eventos de trabajo, siempre nos daban algo de comer y mi papá me daba dinero para comprar helados, ese día pudo acompañarnos mi amiga Olimpia, ahí encontraríamos a Emma que a veces acompañaba a su tía Saga a los eventos sociales del Municipio, la Maestra Saga como le decían en los eventos, era miembro honorario del cabildo, aunque yo no entendía bien que significaba eso, sabía que era un título importante.


Ese miércoles Emma le pidió permiso de mi papá para ir a la casa de la maestra Saga, ahí conocimos a don Tadeo, lo vimos en el patio trasero, nos interesamos en él porque estaba pintando, Emma, Olimpia y yo teníamos 6 años entonces y nunca habíamos visto a ningún pintor en acción. Olimpia que siempre hablaba con los extraños, le preguntó - ¿Es usted un pintor de profesión o de hobbie? La expresión de sorpresa de don Tadeo fue evidente, Olimpia hablaba como si fuera adulto, yo todavía no entendía todo lo que decía, pero me gustaba como lo decía, Don Tadeo le contestó - pues pinto por hobbie, pero lo bueno es que me da para comer - y qué pinta? – Le preguntó Olimpia – sapos – ¿Sapos? Dijimos las tres al unísono. –Sí – dijo Don Tadeo, los sapos no son malos, vengan otro día y platicaremos de sapos, así, fuimos muchas veces más, aunque no recuerdo que nos hablará de sapos en mucho tiempo.


Él siempre nos hablaba de su Cande, ella había muerto hace muchos años, aunque él nunca decía cuantos, siempre empezaba una historia triste y terminaba con una igual de triste, Cande como le decía de cariño, nunca recordaba su niñez con alegría, sino con amargura, durante su infancia enfermó de sarna, conjuntivitis y al menos sarampión. Él siempre se acomodaba el sombrero hacía abajo, quería ocultar su cara de tristeza cuando nos contaba, tal vez todo eso contribuyó a hacerle perder la confianza en cualquier clase de felicidad para el resto de su existencia. Afirmaba que desde que conoció a Cande, ella presintió el desastre que vendría, y que en el momento de darle el anillo de compromiso, ella ya estaba segura, lo sabía, por eso, en vez de alegrarse, ella se entristeció pues sabía que esa unión no prosperaría. Todo esto nos contaba recurrentemente mientras le ayudábamos con sus animalitos, es decir a dar de comer a los patos, meter alfalfa en la jaula de los conejos, ponerle agua a Clarita la vaca o a Boxer el caballo, lo que se necesitará, nuestro premio era escuchar historias tristes.


Cande murió dos días antes del casamiento. La vistieron de novia y la pusieron en el ataúd con un ramo de margaritas. El pobre don Tadeo no podía mirarla, pero dentro de la oscuridad de sus manos, donde escondió sus ojos aquella noche en que la velaron, le ofreció su fidelidad con un anillo de oro. Muchas veces trataron de buscarle una novia. Sus hermanas le llevaban prospectos a su casa y las sentaban en la sala, se la pasaba escuchando de su familia, que tenía que superarlo, qué tenía que hacer su vida. Era inútil, nos decía, amó a Cande entrañablemente y no podría traicionarla, pero su familia nunca lo entendió, él ya estaba harto de las habladurías, por eso decidió un día irse a vivir solo. No veía a su familia ni en la farisea, ni a la fiesta de San Pablo o San Pedro ni en posadas, mucho menos en Navidad, mejor evito encontrarme con “la bendita familia”, afirmaba.


Él aseguraba que nunca habló con ninguna otra mujer, hasta que la Tía Saga se mudó a la casa vecina el 12 de febrero de 1986, ese día era el miércoles de ceniza y él había ido temprano a tomar ceniza para no encontrarse con nadie de “la bendita familia”. Cuando llegó a su casa notó que había mucha gente en la casa vecina, por fin llegaría una familia a la casa del kisko, él sabía que la casa pertenecía a la familia de don José Reyes, pero no estaba seguro de cuál de los hijos viviría ahí, tampoco estaba seguro de querer saber, sin embargo, él se consideraba muy educado, por eso lo primero que tenía que hacer era ir y ponerse a la orden para lo que se ofreciera. Cuál sería su sorpresa, cuando supo que la Tía Saga viviría ahí, sola, - una mujer que viviría sola, eso no se veía - dijo, pero después razonó, y afirmó – bueno pero, los tiempos cambian –


Ese miércoles volvió a ver a la Tía Saga, después de muchísimos años, La divina como le apodaban antes, era ahora la maestra Sagrario Reyes, tendría unos cuarenta años, pero seguía igual de linda que antes, con esos ojos grandes, cejas negras e hirsutas que se apoderaban de todo su rostro, dándole una imagen de mujer emblemática y fuerte, además de todo, decía siempre don Tadeo, es zurda, pero manejaba bien la mano derecha, siempre notamos que cuando don Tadeo hablaba acerca de la Tía Saga, lo hacía con mucha alegría. - La gente habla de mi tía -- nos dijo un día Emma, - dicen que es amante de don Tadeo-- A nosotras nos sorprendió, no sabíamos que pensar, pero honestamente no nos interesaba.


El 22 de septiembre de 1990 llegamos a la casa de la Tía Saga, Emma, Olimpia y yo, como siempre, aunque con una novedad, teníamos una nueva amiga, Carmina, eran cerca de las 3 de la tarde, y la tía Saga abrió la puerta, -buenas noticias- dijo, Don equis terminó mi encargo, había mandado a construir una fuente que adornaría el patio central, la fuente estaba vendada, como un herido, o como un altar en Semana Santa, así que inmediatamente le ayudamos a descorrer los lienzos y apareció un enorme anfibio, —¿Por qué no habrán hecho una estatua ecuestre, dijo Olimpia? —Sería más imponente — Pues sí Tía Saga, ¿por qué un sapo? Preguntó Emma. No es un sapo, es una rana, nos dijo con mucho orgullo, - yo hubiera preferido un gato – dije, pero la Tía Saga nos dijo, yo soñé con sapos y ranas, y como yo creo que hay que hacer mucho caso de tus sueños, decidí que una rana sería, porque el sapo no es nada estético, -claro- le contestamos todas.


Ese día trabajamos duro en la decoración de la casa, al día siguiente sería la fiesta de cumpleaños de Emma y todas esperábamos con ansia el día porque tendríamos una lunada, todas dormiríamos en la casa de la Tía Saga, así que no podíamos esperar más, pero a las 5 puntualmente la hora de lectura de la Tía Saga, todas nos dirigimos al terreno vecino, en donde nos encontramos con unas láminas tiradas en el pasto, se habían caído con la fuerza del viento, así que don Tadeo nos dijo, entren a la casa, hace mucho viento – ¿qué está pintando don Tadeo,? – Preguntó Olimpia, - tenemos una amiga nueva – le dije yo, queremos que la conozca. Se presentó con ella y nos dijo, hoy no pinto, hoy trabajo en un opúsculo de Chimalhuacán. – Un qué? – Es como una monografía, nos explicó, y ahí vendrá la historia de nuestro pueblo.


Yo dije - mi familia tiene aquí unos trescientos años-, sí, respondió él, hace mucho que hay familias aquí, pero no se sabe con certeza desde cuando es un municipio, 1824 es considerado el año de su fundación, pero no se tiene la fecha exacta, en ese año existían Santo Domingo, San Pedro, San Pablo y San Juan. En 1875, se anexan San Sebastián y los otros pueblos, pero es hasta l922 cuando se dota al pueblo con terreno ejidal y se consolida como lo que hoy conocemos, para l952 termina el proceso de desecación del lago y a partir de este momento la agricultura va disminuyendo y paulatinamente las actividades lacustres son abandonadas.


Además de eso incluiré información sobre la flora y fauna de la región, - ¿saben que aquí abunda el pirul, verdad?- Sí claro, a mí no me gusta su olor – dijo Emma, pues tienen su función, dijo Don Tadeo, no olviden que toda la naturaleza funciona perfectamente sin la intervención del hombre, por eso deberíamos intentar intervenir lo menos posible, aunque obviamente eso no va a poder seguir así por mucho tiempo, en algunos años habrá mucha más gente y se acabaran los pirules, los capulines y tal vez hasta con los Olivos de Xochiaca. Hace años había unos árboles llamados ahuejotes, y unos arbustos llamados pochotes, hoy ya no existen. De la misma forma hay animales que están desapareciendo, mañana en la fiesta habrá pato empulcado, pero saben qué esos patos llegan desde Canadá? Obviamente en algunos años ya no habrá descendencia que haga ese larguísimo viaje.


¡Qué triste¡- dijimos todas, pero estaremos mejor sin algunos de esos animales-, dije yo, que se acaben las cochinillas, garrapatas, mestizos, azotadores, ciempiés y claro todos los sapos. –Pero todos ellos tienen una tarea, una función, un lugar y el día que no estén verás cómo los extrañas- me objetó.


A la mañana siguiente llegamos muy temprano a la casa de la Tía Saga para ayudar a las tareas en general, pero fue hasta la noche cuando todas nos sentimos muy en confianza, nos sentamos en círculo en el jardín frente a la entrada principal de la casa, la tía Saga y don Tadeo se sentaron en unas cómodas mecedoras, Emma, Carmina, Olimpia y yo acomodamos nuestros sleeping bags acomodados como cojines y nos sentamos en el pasto, no teníamos fogata, pero creo que todos fingimos que había un fuego central que organizaba nuestro círculo, hacía un poco de frío.


La Tía Saga nos contó entonces que el carnaval nació en San Agustín Atlapulco, según una versión algunos soldados franceses del ejército de Maximiliano que acampaban en la región enseñaron a los habitantes a bailar carnaval, pero también hay una versión que indica que la maestra Isabel Carbonel, que vivía en San Agustín, enseñaba ese baile. Lo cierto es que la coincidencia mayor, es que la inspiración es francesa y que es la festividad más importante de nuestro Municipio. Justo acababa de terminar de contar eso, cuando un sapo enorme apareció a mi derecha, yo quedaba del lado izquierdo de la Tía Saga, justo debajo de su mecedora. Giré a mi derecha y pensé que había una piedra, después observé mejor, era un sapo enorme, no saltaba sólo estaba ahí como escuchando, pero yo grité y todos saltaron en un momento, así que el sapo salió disparado y después desapareció entre el pasto del jardín.


Seguido, la atención de todos disminuyó y don Tadeo nos dijo - hasta mañana, yo me voy porque tengo un frío infernal -, la Tía Saga dijo que era hora de dormir, así lo hicimos. A la mañana del día siguiente, cerca de las once de la mañana, Olimpia, Emma, Carmina y yo nos retiramos, era veinticuatro de septiembre y recuerdo con claridad que llovió toda la tarde, anocheció muy rápido. Yo estoy segura de haber escuchado el croar de un sapo antes de que sonará el teléfono, eran cerca de las seis de la tarde contesté –bueno- era Emma que en seguida dijo, -- murió Don Tadeo—. Debe ser un error pensé. -¿Cómo?- dije rápidamente, - sí mi tía llamó al doctor a medio día, se lo llevaron al hospital, mi tía acaba de llamar, murió- afirmó.


Estoy segura, ese 24 de septiembre de 1990, fue la última vez que creí escuchar el croar de croar de un sapo, pero la última vez que me topé con alguno, fue el día anterior, en la casa de la Tía Saga.


jueves, 8 de octubre de 2015

Transcurren tantas cosas felices en el metro

Ocho veintitrés de la noche del jueves, camino por el pasillo del andén del metro Balderas, intento llegar lo más rápido posible a la zona de mujeres, que comprende los dos primeros vagones, buscaré colocarme en el sitio que calculo será el punto más cercano a la puerta de acceso, tomo posición detrás de la línea amarilla, marcada para que las personas cuiden su distancia del andén a las vías, miró hacia la izquierda, se acerca el tren naranja, una mujer lo conduce, no reparo en su aspecto pero noto su sexo en seguida, exacto, la segunda puerta del primer vagón queda frente a mí. Como me considero muy educada, aguardo a que la gente bajé, descienden cerca de diez mujeres, entramos unas ocho. Enseguida inicia una carrera por abordar, por  ganar el mejor lugar posible en el vagón, de pie claro, porque el metro luce atestado. Yo giro inmediatamente a la derecha, tomo posición frente al asiento reservado para discapacitados, y después me muevo un poco hacia la izquierda, sujeto el tubo que está arriba de mi cabeza con mi mano izquierda cuando escucho el timbre que avisa que la puerta se va a cerrar, me tranquilizo, lo logré, me posicione y nadie me incomoda, estoy lista para el viaje.

El tren inicia la marcha y yo empiezo a sumirme en mis pensamientos, cómo voy a decirle a mi “galán” que no me nace nada con él, cómo le hago para aplicar el frienzoneo, por qué nunca me besó? Si se nota que le gusto, por qué me invita a comer? Tal vez sólo me invita porque sus amigos deben agobiarlo diciendo –mírala, está re buena, todos le echan el perro en el gym- él debe pensar que es su deber conquistarme porque se considera un chico muy guapo- -No, mejor no le digo nada, sólo seré cortante- concluyo. Un momento, ¿En dónde estoy? ¿Qué está pasando aquí? Miro a mi alrededor, del lado izquierdo hay una mujer sentada junto a la ventana, en el asiento que va de espaldas a la circulación, haciendo muecas de sorpresa, preocupación, y desprecio aleatoriamente, se le nota muy molesta, impaciente, intenta llamar la atención, quiere que todos noten su estrés y frustración, sin embargo a nadie parece importarle, salvo a mí claro.

Incremento mi atención en lo que ésta pasando alrededor. La mujer sentada frente a la impaciente, de cabello castaño y rizado, lleva un vestido gris y un suéter rojo, desabotona una blusa blanca como para usarla, pero la está preparando para la mujer sentada a su lado, aguanto la risa un poco, miro mi reflejo al frente, por el cristal de la ventana, estoy sonriendo pronunciadamente, casi no puedo contener mi risa, la mujer frente a mí, no tiene blusa, recién se quitó la camisa de su uniforme de afanadora, la puso desordenadamente en sus piernas y se prepara para vestirse con la blusa que le preparaba su acompañante, poco a poco abrocha los botones y termina de acomodarse finalmente la blusa blanca.

Acto seguido dobla rápidamente su camisa de trabajo y la mete en una bolsa que saca al agacharse hacía en frente, de ahí saca una bolsa de chicharrones de harina, le invita a su compañera y juntas inician una amable conversación, las dos lucen muy felices, yo me siento sorprendida, pero contagiada de felicidad, la mujer que acaba de cambiar su blusa no parece apenada o apresurada, simplemente hace lo que necesita, no es una mujer joven, de hecho es mayor, su pelo presenta muchas canas, entre la trenza con que recoge su cabello, se le notan algunos mechos de cabello negro. Ella tiene una gran sonrisa y no duda en hacer comentarios a las demás mujeres que se encuentran alrededor, les sonríe a todas las que le es posible, tiene unos ojos muy pequeños, apenas se nota que son oscuros, lo que sí es notable son las pronunciadas arrugas junto a ellos.

Me pregunto si no está cansada, supongo que sí, porque su trabajo es muy físico, es muy probable que despierte tan temprano como yo, porque pasan muchas estaciones antes de que ella o yo bajemos del tren, quizás vive tan lejos como yo, y su jornada laboral sea tan larga como la mía, pero yo soy joven y fuerte, ella es mucho mayor, yo sigo suponiendo que se encuentra agotada, pero es muy feliz, o por lo menos luce muy feliz.

A veces es difícil mantener la calma, el aire del interior del metro siempre es húmedo, denso, muy viciado, el ambiente es tenso y en las horas pico hay que tolerar apretones, empujones y fingir ante los hedores humanos, pero cuando miras detenidamente a los demás notas que igual que tú, todos tienen sus pequeñas alegrías, y todos esperamos que sucedan hechos que nos hagan ser felices, tal como lo afirmó S.S. el Dalai Lama, el movimiento primordial de nuestra vida nos encamina en pos de la felicidad[1]

Después de mi reflexión percibo un aroma a comida -huele bien, tengo hambre – pienso. Giro la cabeza hacia mi lado derecho, tres chicas muy delgadas, de no más de dieciocho años, visten pantalones skinny, y sudaderas negras entalladas, toda su vestimenta es negra, como si fuera un uniforme, el típico uniforme emmo, no adoro su estilo pero me gusta un poco. Se distinguen entre la multitud por los colores de cabello, una de ellas tiene el cabello muy largo, negro que le cubre toda la espalda, se le notan un par de mechones gruesos de color rosa, yo no puedo mirarle la cara. Otra de las chicas tiene el cabello muy lacio, planchado, hasta la nuca, le sobresalen muchas mechas verdes como del color del cabello del guasón. Su otra compañera tiene en cambio casi todo el cabello teñido de rojo, bloques de negro sobresalen en el copete muy lacio que le cubre los ojos, las tres tienen en sus manos una charola blanca de unicel. Las observo detenidamente, todas comen tacos dorados, cada una tiene una orden, yo imagino que de tres tacos como se acostumbra, en sus tacos sobresale la crema, el queso rallado y la salsa roja, huelen muy bien, tengo hambre, pienso.

Un momento, cuántas veces he aborrecido el metro, pensando que estoy harta y que cada día era exactamente lo mismo; mirar a la gente, caras de agobio, peleas, prisas o los empujones, pero no es más que un momento, no es la definición de nuestras vidas, es un instante. Lo cierto es que es una elección personal que tipo de momento es, es decir si es un episodio desagradable o sufrido de tu vida, o puede convertirse en un episodio que te haga reflexionar y notar que nuestra vida posee circunstancias favorables, son perfectas para mi introspección las siguientes palabras de SS. El Dalai Lama.

Si utilizamos de forma positiva nuestras circunstancias favorables, como la riqueza o la buena salud, éstas pueden transformarse en factores que contribuyan a alcanzar una vida más feliz. Y, naturalmente, disfrutamos de nuestras posesiones materiales, éxito, etcétera. Pero sin la actitud mental correcta, sin atención a ese factor, esas cosas tienen muy poco impacto sobre nuestros sentimientos a largo plazo. Si, por ejemplo, se abrigan sentimientos de odio o de intensa cólera se quebranta la salud, destruyendo así una de las circunstancias favorables. Cuando uno se siente infeliz o frustrado, el bienestar físico no sirve de mucha ayuda. Por otro lado, si se logra mantener un estado mental sereno y pacífico, se puede ser una persona feliz aunque se tenga una salud deficiente. Aun teniendo posesiones maravillosas, en un momento intenso de cólera o de odio nos gustaría tirado todo por la borda, romperlo todo. En ese momento, las posesiones no significan nada. En la actualidad hay sociedades materialmente muy desarrolladas en las que mucha gente no se siente feliz. Por debajo de la brillante superficie de opulencia hay una especie de inquietud que conduce a la frustración, a peleas innecesarias, a la dependencia de las drogas o del alcohol y, en el peor de los casos, al suicidio. No existe, pues, garantía alguna de que la riqueza pueda proporcionar, por sí sola, la alegría o la satisfacción que se buscan. Lo mismo cabe decir de los amigos. Desde el punto de vista de la cólera o el odio, hasta el amigo más íntimo parece glacial y distante.[2]





[1] Cutler, Howard C., El Arte de la Felicidad, Grijalbo Mondadori . Pág. 6
[2] Ibídem, pág. 9